viernes, 25 de julio de 2014

LA DONNA È MOBILE

Fotomontaje Martin Gerlach



               Ese día Margaret cumplió los veintitrés y celebró una fiesta a la que no faltó ningún chico guapo del barrio. También vinieron sus amigas, y las amigas de sus amigas. Todos querían a Margaret y ella se dejaba querer. 
Avanzada la noche, me llevó a una zona retirada del jardín y me confesó que tenía una aventura con un hombre diez años mayor que ella. Sé que mi comportamiento es reprobable se censurópero, es que los solteros son menos interesantes que los hombres casados... No puedo remediarlo;  y mira que siempre intento no caer en el mismo error… ¿Podrás perdonarme? No sé porqué se tomó tantas molestias conmigo.
               Llego el día en que Margaret cumplió los treinta y dos. En esta ocasión celebró una fiesta a la que acudieron los chicos más guapos de la ciudad. Vinieron algunas amigas, aunque no las amigas de sus amigas que encontraron algún motivo para no asistir. Ellos todavía querían a Margaret y, ella al final se casó con Paul.
               Margaret cumplía años y continuó organizando fiestas. Fue en su cumple de los cuarenta y cinco cuando conoció al joven John. Esta novedad no cambió en absoluto nuestra relación. Continuamos saliendo todas las noches los dos solos a dar a dar un paseo, en los que ella aprovecha para compartir conmigo sus sentimientos y sus preocupaciones. Margaret habla y yo la escucho como amigo atento que soy. Precisamente ayer me dijo: Sé que mi conducta como poco es detestable se reprochó pero, creo que los hombres casados son infinitamente menos interesantes que los solteros. ¿Qué opinas?
¡Guau! ―respondí―. Pareció decepcionarse con mi respuesta. Dicen que un amigo que se precie, no debe mentir; aunque las palabras escuezan.

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