Agustina Álvarez el pasado 21 de julio de 2013 en la galería Sargadelos (Vigo) |
Me llamabas por teléfono con tu voz cantarina de niña asombrada por la pasión que irradiaba el mundo. Celebrabas la vida a cada paso, eras una brisa de verano en el vetusto Círculo de Bellas Artes madrileño. Luchadora, incombustible contra la injusticia, alegre, siempre alegre, a pesar de todo, alegre. La vida nos unió y tú sin pensarlo te diste entera, la generosidad era tu canción, el amor tu bandera. Me llamabas para saber de mí, para contarme que seguías pintando, que preparabas una exposición para este verano en Vigo. Tus colores regresarían a tu ciudad, y estabas estresada, querías que todo saliera bien, tu corazón siempre a mil por hora. Llamabas para preguntarme que cuando nos veíamos, porque era yo siempre la ocupada, la que estaba lejos, por una razón u otra. Es demasiado tarde para lamentar mis ausencias. Viniste a celebrar la publicación de mi primera novela, Lola te acompañaba siempre, nuestra Lola, tu hermana y tu soporte. Celebraste el libro como si te hubiera hecho un inmenso regalo. Estabas orgullosa de mí, y yo veía la felicidad en tus ojos inmensos, azules como el océano salvaje y frío que une nuestras tierras.
El pasado junio estuviste de nuevo acompañándome en otra despedida que a mí me partió en dos. Tú estabas siempre, aunque no estuvieras, tu fuerza era mayor que tu cuerpo diminuto, la misma fuerza que el martes desbordó tu corazón. Tú abrías ventanas, una detrás de otras, llamabas a tus amigos, querías llenar de luz todas las sombras, pintar de color los objetos comunes que componen el paisaje de la rutina. No estabas de acuerdo con que la vida no pudiera ser hermosa, a pesar de todo. A cada paso abrías emociones. Hoy quiero regresar contigo al torreón del Círculo, que bailemos de nuevo a la luz de la luna, celebrar con tu queimada que has burlado a las meigas. (18/02/2014)
El pasado junio estuviste de nuevo acompañándome en otra despedida que a mí me partió en dos. Tú estabas siempre, aunque no estuvieras, tu fuerza era mayor que tu cuerpo diminuto, la misma fuerza que el martes desbordó tu corazón. Tú abrías ventanas, una detrás de otras, llamabas a tus amigos, querías llenar de luz todas las sombras, pintar de color los objetos comunes que componen el paisaje de la rutina. No estabas de acuerdo con que la vida no pudiera ser hermosa, a pesar de todo. A cada paso abrías emociones. Hoy quiero regresar contigo al torreón del Círculo, que bailemos de nuevo a la luz de la luna, celebrar con tu queimada que has burlado a las meigas. (18/02/2014)
Texto para la Exposición de pintura de la pintora Agustina Álvarez, en la Casa de Galicia de Madrid (abril de 2008)
El color en lo cotidiano.
No hay expresión
artística que comunique tanto como la pintura. Un acto que no necesita de las
palabras para salvar el puente invisible que nos separa de los otros, sea cual
sea el lugar y el siglo en el que esta comunicación se haga color y forma. Pero los artistas o por costumbre, o por rigor
académico, necesitan que se cumpla con el protocolo. Pero permíteme que hoy, Agustina,
que estas palabras, no sean la repetición de un gesto gastado. Al contario,
ojalá mis palabras logren escribirte una carta de amor. Que sean una celebración
de tu obra pero al mismo tiempo un brindis a tu amistad. Porque tus cuadros, como tu carácter, no dejarán
nunca de sorprendernos. Ojalá contáramos con la mitad de pasión por la vida que
tú demuestras en cada uno de tus gestos. Ojalá tuviéramos esa actitud de
agradecimiento auténtico que te hace brillar con luz propia cada tarde en el
Círculo de Bellas Artes donde yo te conocí. Tus lienzos son un reflejo honrado
de lo que tú eres, una persona sin doblez, con la sinceridad por delante,
aunque sé muy bien que las verdades te han jugado malas pasadas.
Los protagonistas
de tus cuadros, las personas y los objetos, al igual que tú, Agustina, guardan
una historia secreta dispuesta a ser contada siempre que el que está al otro
lado esté dispuesto a mirar. Tus retratos, tus bodegones son poemas abiertos a
la interpretación de quien las contempla. Por eso sobran las palabras, porque éstas son meros signos disfrazados que
apenas rozan el sentido último.
También de este nuevo relato de color y de ternura que
ahora expones y en el que te desnudas ante nuestros ojos, se adivina que has
estado embarcada en un viaje íntimo de muchos kilómetros, guiada tan sólo por la brújula de tu corazón.
En este largo camino, quizás de años, parece que has ido soltando lastre y vaciándote
de lo que tú pensabas que no necesitabas para expresarte como artista. Una decisión arriesgada a la que se atreven sólo
valientes que, como tú, saben que el valor de todo gesto está en el alma que cada
uno pone en ellos y no en la materialización del mismo. Y tú de alma sabes
mucho. Todo esto ya lo dice tu pintura,
por eso sobran las palabras.
La artista Agustina Álvarez en el centro de la foto con el alcalde de Vigo. |
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