Eugeny Ivanovich Zamiatin
fue una de las máximas figuras de la literatura rusa post-revolucionaria.
Su temperamento independiente y su afinado análisis de la realidad soviética, provocaron el recelo
de Lenin. De ser uno de los escritores más influyentes de su tiempo, terminó relegado al ostracismo del silencio y considerado persona non grata en su país. Su novela "Nosotros",
obra esencial de la literatura universal del s. XX, inauguró el subgénero
distópico. Mucho antes que Huxley y Orwell, el escritor ruso vaticinó los
peligros de los totalitarismos y la deshumanización del trabajo.
En Febrero de 1917, Eugeny
Zamiatin se hallaba en Inglaterra supervisando la construcción de buques
rompehielos para el gobierno zarista en los astilleros de Newcastle, cuando leyó
en el periódico que en Rusia había estallado una revolución.
Inglaterra era uno de los
países más industrializados del mundo y un aliado de Francia y Rusia en la I
Guerra Mundial que en ese momento azotaba a Europa. Para hacer frente a la
demanda de armas, Inglaterra abrazó el taylorismo. Zamiatin lo consideró un
sistema deshumanizante. Tuvo oportunidad de conocerlo sobre el terreno, en los
astilleros donde supervisaba la fabricación de buques rompehielos como el Aleksander
Nevsky (rebautizado Lenin), del que el ingeniero siempre habló con orgullo.
Su periodo inglés fue un
tiempo de melancolía, pero decisivo en su trayectoria literaria. Durante 18
meses, entre 1916 y 1917, vivió entregado a su trabajo, aprendió a conducir,
visitó castillos en ruinas y vivió el bombardeo alemán sobre Inglaterra. En las
cartas que escribió a Liudmila Usova, el escritor se quejaba a su esposa, entre
otras cosas, de que apenas podía comunicarse con la gente por su
desconocimiento de la lengua, las comidas le sentaban mal, y que padecía muchos
dolores de cabeza.
Al principio, alquiló un
cuarto en una casa particular pero, después del escándalo que montó, tras pasar
la noche bebiendo con el cónsul ruso, optó por alquilar una casa en el barrio
de Jesmond. Allí encontró la tranquilidad necesaria para leer a H.G. Wells,
BertrandShaw, tocar el piano y
continuar con su producción literaria. En
esta época escribió: "Los
isleños" y "El pescador de hombres". Dos libros de cuentos, que
publicarían en Rusia, y en los que Zamiatin hace una crítica mordaz sobre el carácter
y las costumbres de los ingleses de clase media-alta inglesa, a quienes retrata como estrambóticos,
caprichosos, tercos, hipócritas y otra serie de adjetivos igual de agradables. Al
igual que su maestro Gógol y su coetáneo, Bulgákov, el humor catártico y
saludable fue una característica de su estilo. En estos cuentos experimenta
además con el estilo cubista para describir a los personajes con figuras
geométricas, un recurso que volvería a utilizar en "Nosotros", su
novela cumbre. Como afirma Martin Amis: "Los Isleños" precede en tres
años a "Nosotros" pero la anticipa en todo detalle, pese al cambio
radical de tiempo y espacio."
Las gafas de rayos
X
La Revolución precipita el regreso
en septiembre de Zamiatin a S.
Petersburgo. Durante los primeros años, confió en que por fin en Rusia nacería
un nuevo orden social. Con 33 años, el ingeniero-escritor apoya a Gorki en sus
proyectos culturales, trabaja en varias editoriales como editor y traductor de autores
extranjeros como Nosotroslls, Jack London, Bacon y Sheridan. Razón por la que
el poeta Blok, lo bautizó como "El inglés".
Junto a otros artistas y
escritores lleva la cultura socialista a las fábricas y a las centros de
formación, mientras continua con sus clases en la Universidad Politécnica de
San Petersburgo en la que se había graduado.
Junto con el escritor
Viktor Shlovski, lidera el movimiento literario "Los hermanos
Serapión" que defendía, no sin ingenuidad, la independencia del arte
frente a los intereses políticos.
Entre 1917 y 1924, escribe muchos
cuentos cortos, obras de teatro y numerosos ensayos sobre la función del
escritor y la búsqueda de nuevos lenguajes, como el Neorrealismo. En su ensayo: "Sobre literatura rusa
contemporánea" explica su estilo: "Durante las primeras décadas del
siglo la vida se ha vuelto más compleja, más rápida y febril… En respuesta a
esta nueva forma de vivir, los Neorrealistas hemos aprendido a escribir de manera
más concisa, concentrada, breve que los Realistas."
Zamiatin no tardó mucho tiempo
en convencerse de que Lenin se había traicionado a sí mismo y había traicionado
los principios de la revolución. Había
encarnado en su figura el poder absoluto, y apostaba ahora por el taylorismo
para aumentar la productividad que el socialismo necesitaba. El poeta Alekséi
Gástev fue el encargado de transformar al camarada socialista en un máquina
viva, por expreso deseo del líder. Bajo su dirección, El Instituto Central del
trabajo, investigaba cosas tan extravagantes como los movimientos mínimos necesarios
para fijar un clavo.
Como reacción a la
esquizofrenia colectiva del momento, Zamiatin escribe obras satíricas ridiculizando
la burocracia bolchevique y sus decretos absurdos, y tampoco Lenin sale bien
parado. La osadía del escritor va más lejos en los artículos donde denuncia abiertamente
las masacres de los trabajadores opositores y las constantes represiones
sufridas por los campesinos a manos de la Cheka.
Esto situación motiva su
ingreso en la fila de los "Escitas", un grupo cultural de extrema
izquierda con raíces populistas al que también pertenecían Blok, Bely y Esenin.
Su compromiso con la realidad de su tiempo, contrasta con el carácter reservado
que le acompañó desde su infancia.
Hijo de un sacerdote
ortodoxo y una madre pianista, Eugeni nació el 1 de febrero de 1884 en la
ciudad de Lebedián (Provincia de Tambov). "Veréis a un niño muy solitario,
sin compañeros de su misma edad, boca abajo, sobre un libro, o bajo el piano,
en el que su madre está tocando a Chopin".
Era brillante en redacción
pero, paradójicamente las matemáticas no eran su fuerte: "Quizás por eso y
por cabezonería elegí las más matemáticas de todas las carreras".
En su etapa universitaria,
entre 1905-1906,
fue arrestado por luchar contra los Kadets y pasó unos meses en la cárcel. "Si
tengo alguna importancia en la literatura rusa, se la debo a la policía secreta
de San Petersburgo". En 1911, sufrió
unos meses de destierro en Lakhta, a las afueras de San Petersburgo. "Allí
en el blanco silencio del invierno y el verde silencio del verano escribí
"Historias de la vida provinciana".
El
camarada herético
En 1920 comienza a escribir "Nosotros",
la novela distópica o anti-utópica, una referencia esencial para Aldous Huxley
en "Un mundo feliz" y desde luego, para George Orwell y su "1984".
En "Nosotros" el escritor ruso recrea un mundo aparentemente ideal, donde
el "Estado Único" ha suprimido la libertad individual en nombre de la
felicidad.
En 1921, "Nosotros"
no pasó la censura. Ese mismo año, Zamiatin publicó un ensayo que marcó el fin
de su carrera en Rusia: "Tengo miedo" y donde afirmaba: “La auténtica literatura sólo puede existir
allí donde la hacen no ejecutivos y leales funcionarios, sino imprudentes,
ermitaños, heréticos, visionarios, sediciosos, escépticos.” El escritor fue
abiertamente feroz con los Futuristas, con Mayakovski y compañía, a quienes llamaba
la "escuela de la corte".
La prensa le demonizó cuanto pudo, la censura prohibió
sus escritos bajo amenaza de cerrar cualquier medio que lo publicase. Sus libros
fueron retirados de las estanterías de las bibliotecas. En 1922, Zamiatin regresó a la cárcel durante
una de las purgas de intelectuales ordenadas por Lenin, quien parece que
expresamente incluyó su nombre. Pero, las cosas para el escritor empeoraron
cuando Nosotros , sin su
consentimiento, apareció publicada en Nueva York, y poco después en
Checoslovaquia y Francia. A raíz de aquella "traición", Zamiatin vivió
en un ostracismo silencioso. Ni la muerte cambió su condición de hereje.
En 1931, se dirige por
carta a Stalin pidiéndole permiso para abandonar Rusia: "Para mí, como para cualquier otro
escritor, la privación de la posibilidad de escribir constituye un castigo
moral… Sé que tengo la mala costumbre de decir en un momento determinado, no lo
que podría ser provechoso, sino lo que creo que es verdad."
Stalin accede, gracias a la
intercesión de M. Gorki. El escritor se instala definitivamente en París trabajando
como guionista cinematográfico. Colabora con Jean Renoir en la adaptación de la
pieza teatral de Gorki, "Bajos fondos". Continuará escribiendo su
novela "Atila" hasta que en 1937, la muerte le sorprende a los 56
años. La noticia de su fallecimiento no fue difundida en la URSS.