Eduardo Margaretto |
Esta es una biografía escrita con el corazón en la mano. Refleja el amor de un autor madurado bajo el sol italiano de John Fante. Un libro construido a fuego lento. 20 años; casi nada.
―¿Sabes lo mejor de esta biografía,
Eduardo? Que después de leerla y de acercarse a este escritor de tu mano, te
dan ganas de leerlo.. Gracias.
―A este respecto soy yo el que debe
agradecerte a ti el interés que has mostrado por mi libro y ahora por Fante.
Imagínate que alguien, yo en este caso, lleva más de veinte años queriéndole
gritar a todo aquel con el que se cruza que sí existe un escritor muy bueno...
que se llama Fante... que da igual que no hayas oído nunca su nombre... que no
importa que salga o no en la tele... Y ahora que he conseguido escribir este
libro tú y otros me dais las gracias por descubrir a un gran escritor... ¡Todo
maravillosamente fantiano!
P.
¿Cuándo y cómo descubriste en tu vida a
John Fante?
R. Hace muchos años, bastante antes de la irrupción de
Internet, se decía, y yo estoy de acuerdo, que al escritor italoamericano sólo
se llegaba porque te lo aconsejaba un amigo o porque te creías a Bukowski, que
en el libro Mujeres lo citaba como su gran influencia. Yo soy de este último
grupo: me fui a buscar sus libros en cuanto leí
Mujeres, pero la sorpresa fue que nadie sabía nada de él y que sus
libros no existían en ningún catálogo. Un día encontré uno de sus libros (La
cofradía de la uva-Ultramar literaria, 1990) y ya no me separé de Fante. Por
supuesto, o por desgracia, Anagrama todavía no había publicado nada suyo.
P.
¿Cuáles son las características que
definen a Eduardo Margaretto como un "fantiano"?
Sin
duda son muchas: esa italianidad que yo viví de niño en España, porque mi
abuela nació en Nápoles y mi madre en Sicilia. En nuestro país prácticamente
nadie conocía el pesto o la polenta, pero mi casa, cada domingo, se convertía
en un festival de olores italianos y mediterráneos cuando mi abuela, la nonna
a la que he dedicado mi libro, empezaba a cocinar panzerotti, preziosini,
minestrone, raviolis o crostate. Recuerdo con hermosa
nostalgia los enfados de mi padre: “¿Es que no puedo ni comer pasta cuatro
veces a la semana?”. Pura y fantiana italianidad.
Editorial ALREVÉS, 2014.
P.
¿Cómo surgió en ti la necesidad de
escribir este libro?
No
lo sé. Quizás los libros de Fante me contagiaron esos deseos de ser escritor
que tanto le caracterizan. Y que mejor manera que escribir sobre él.
P.
En España, Fante no es tan conocido en
España, mientras que en Francia y por supuesto Italia, es uno de los escritores
más leídos.
Es
una pregunta difícil de contestar que he comentado con muchos colegas, ya sean
escritores, traductores, profesores, periodistas o incluso lectores. Mi idea,
muy sencilla, resulta también deprimente: en nuestro país no existe esa cultura
de la Cultura que en Alemania, Francia, Italia o los países nórdicos está ya
muy arraigada y que no consiste en nada más que en transmitir a los niños (y
por supuesto a los adultos) los beneficios intelectuales y plásticos, pero
también prácticos y sociales, de cualquier disciplina artística. Un ejemplo muy
clarificador es la música: en los países mencionados es asignatura importante
desde los primeros años de escuela, mientras que en España... ¡para qué hablar!
P.
Tu libro es un excelente ejercicio de
documentación, bien estructurado, con un estilo que no hace decaer el interés
por el escritor italoamericano, un libro cercano, claro, directo, sin el tono
dogmático de las biografías. Tiene capítulos que rozan el ensayo, y otras veces
te involucras, cuentas experiencias personales relacionadas con Fante y con tus
raíces italianas… ¿Cómo fuiste enhebrando este libro?
Me
gusta que me hagas esta pregunta porque desde siempre, desde que decidí que
algún día escribiría 'las vidas' de Fante me convencí de que no tenía que ser
una biografía, ni un ensayo, ni una novela, ni un tratado académico... sino
todo eso junto. Te aseguro que me costó muchos años encontrar el modo en que
fundir todos esos planos de escritura, y de lectura, a los que siempre quise
añadir mis experiencias personales relacionadas con Fante, que son muchas y que
en el libro se pueden descubrir. Si lo he conseguido o no, será el lector quien
lo determine.
P.
A propósito, ¿Por qué este título?
Fante
es un tipo, un escritor, que pensaba cada una de las palabras que escribía, y
en los títulos se esmeraba aún más... ¡y si no que se lo pregunten a los
traductores! (Sólo en España, de su libro The Brotherhood of the Grape existen
tres traducciones editadas con títulos diferentes!)
Yo
no quise ser menos y pensé mucho en el título. La primera intención fue tratar
de transmitir, con esa transgresión de la lógica del singular y el plural
('vidas y obra' en lugar de 'vida y obras'), que Fante en su obra no sólo se escribió
a sí mismo, sino a sus otros muchos yoes. Además, el subtítulo, que se me
ocurrió a partir de una frase que leí en uno de sus libros ('garabateados cual
sonetos con estrambote'), trata de referirse a esa poética que envuelve a esos
grandes escritores cuyo reconocimiento llega siempre a deshora, pues nunca
puede existir un soneto sin estrambote, y eso es algo muy triste (el soneto, o
es soneto o es soneto con estrambote!!!).
P.
Pasemos a las entrañas. Me gustaría que me
contaras cómo descubre Fante su vocación.
Aunque
parezca extraño creo que es algo sencillo de explicar y entender. Nacido en una
familia pobre y marcado por ser hijo de emigrantes, es decir distinto, Fante
descubre muy pronto, por supuesto porque posee una sensibilidad también
diferente, que para escapar de la marginalidad, de la miseria, debe encontrar
caminos distintos, alejados de lo que se espera de él, es decir, que continúe
la tradición familiar de convertirse en albañil. Cuando aún es un adolescente
se convence de que debe convertirse en jugador profesional de béisbol para
conseguir dinero, fama y reconocimiento, pero en cuanto en una biblioteca
empieza a leer a los grandes, a Nietzsche, Schopenhauer, Dostoievski, Anderson
o Keats, entre muchos otros, su vida cambia por completo: deja la casa familiar
de Boulder, Colorado, y se marcha a Los Ángeles para convertirse en escritor.
P.
Un hombre con un coraje extraordinario
cuando tiene que enfrentarse a la enfermedad.
Yo
creo que en un principio lo hizo como lo hacemos todos, es decir, tratando de
olvidarla en tu vida diaria, incluso en tu vida nocturna, pero controlando que
no te afecte demasiado. Cuando la grave forma de diabetes que sufrió empieza a
causarle problemas serios, como dolorosas úlceras en los pies, la cosa cambia.
Y entonces, cuando llega la ceguera y la amputación de las dos piernas, se
aferra a su espíritu de escritor y le dicta a su mujer esa maravillosa
despedida de Arturo Bandini: Sueños de Bunker Hill.
P.
Lo explicas muy bien en tu libro, pero
me gustaría que marcases el mapa topográfico de la literatura de Fante.
Puede
resultar interesante, a este respecto, analizar con necesaria brevedad a sus
tres alter egos principales: Jimmy Toscana, Arturo Bandini y Henry Molise. Toscana,
protagonista de sus primeros relatos, publicados en su mayoría en la
prestigiosa revista The American Mercury, es un chaval que se encara, con las
típicas pillerías y travesuras de niño, a una férrea educación católica, a un padre embrutecido por el alcohol y las
deudas y a una vida repleta de grandes restricciones debidas a la pobreza. Pero
muy pronto, Fante crece como escritor y se da cuenta de que no está buscando un
'protagonista', sino un lugar donde asentarse para analizarse a sí mismo, para narrar
su vida y todo lo que le rodea. Es entonces cuando nace Arturo Bandini que, por
supuesto, tiene que ser hijo de una pobre familia de inmigrantes italianos,
desear por encima de todo convertirse en escritor y codearse con los grandes.
Años más tarde nos encontramos con Henry Molise, que por supuesto es también
Fante, pero que por supuesto no podía ser Bandini, porque Molise es el alter
ego que el escritor de Denver se inventa para poner por escrito las
contradicciones de un famoso guionista de Hollywood que odia la profesión que
le ha hecho millonario porque desearía dedicarse sólo a la literatura, que ha
perdido esa rebelde y violenta altanería que caracteriza a Bandini y que ya no
odia sus orígenes italianos, sino que encuentra en ellos, con una nostalgia muy
mediterránea, su razón de ser.
P.
Leyendo la biografía que has escrito lo
que uno deduce rápidamente es que Fante fue un corredor de fondo.
Sí,
siempre me gusta decir que John Fante era escritor desde que se levantaba hasta
que se iba a dormir. Era escritor las 24 horas del día, era su manera de estar
en la vida y en eso no cedía ni un solo milímetro ante nada ni ante nadie. Hoy
día yo echo de menos ese tipo de actitud, la misma que tenía, por ejemplo,
Ortega y Gasset, o Pasolini cuando se responsabiliza de su tarea de intelectual
y escribe el famoso 'Yo sé'. Ahora cualquiera escribe un libro, lo difícil es
'ser escritor', y Fante lo es... da igual si tiene que ganarse un plato de
garbanzos trabajando de albañil o escribiendo guiones en Hollywood, él es
escritor cada minuto de su vida.
P. Años 30. Pertenece a una generación de escritores
brutales como Faulkner, Steinbeck, Fitzgerald, Hemingway, John Dos Passos.
Su imaginario literario
con raíces italianas, ¿crees que fue un hándicap para que no triunfara como los
otros, o fue su dedicación como guionista de cine, más intensa y longeva que el
resto de los escritores que trabajaron en el cine lo que le impidió esa fama?
Es
una cuestión interesante porque, por ejemplo, el año en que Fante publica
Pregúntale al polvo, considerado por muchos su mejor libro, aparecen también
Las uvas de la ira, de Steinbeck, El día de la langosta, de Nathanael West, o
El sueño eterno de Raymond Chandler. Además es la época de apogeo de otros
grandes nombres como Hemingway, Fitzgerald o Huxley. Sin embargo, yo no creo
que eso tenga que ser un handicap. Mi hipótesis, pensando por ejemplo en Las
uvas de la ira, y en la que se ha dado en llamar literatura proletaria, es que
ésta incidía en las desigualdades sociales provocadas por la Gran Depresión
pero siempre desde el punto de vista del burgués progresista americano. Dicho
de otro modo, eran novelas que se acomodaban al pensamiento único de quien
tenía un cierto poder adquisitivo, que no olvidemos que en esa época eran los
pocos que leían y compraban libros. Fante va más allá, Fante destruye la
hipocresía de todos: la de los políticos que no hacen más que cuidar de los
poderosos monopolios, la de los burgueses lectores a quienes acusa de ser
hipócritas bienpensantes e incluso la de las clases más bajas a las que
recrimina con virulencia que sólo deseen ser como los ricos para escapar de la
pobreza y repetir los típicos esquemas represivos. Claro... ¿quién coño quería
en ese momento plantearse esas cuestiones, asumir esas culpas, esas
responsabilidades?
P. ¿Qué sería Fante sin el cine?
Con
tu permiso a esta pregunta responderé de manera muy escueta. Fante sería el
mismo con o sin el cine. Estoy totalmente convencido de que su obra literaria
hubiese sido la misma si para pagar una casa y mantener a su familia se hubiese
tenido que dedicar a talar árboles o a jugar a béisbol.
P. ¿Crees que Fante fue un tipo al que no la acompañó la
suerte?
No
sé, no hay que olvidar que cuando tiene poco más de veinte años empieza a publicar
sus primeros relatos en una de las más prestigiosas revistas literarias de los
Estados Unidos y que eso le proporciona buenas dosis de fama, y que a los
treinta ya le han publicado dos libros de los que aún hoy se pueden leer muy
buenas críticas publicadas en las principales cabeceras de la época... es
cierto, le rechazaron su primera novela que, como otros libros que escribió en
edad adulta, se publicaron póstumos, pero... ¿no forma parte eso de la historia
de la buena literatura? Si yo te contara todo lo que he tenido que hacer para
ver publicado este libro...
P. De todo lo que has descubierto a lo largo de estos 20
años ¿Qué te ha regalado este autor?
Bukowski
dijo: la emoción que desprende ese escritor; el cineasta Edward Dmytryck: nadie
como él sabía dar auténtica vida a sus personajes; el profesor universitario
Richard Collins destaca su maestría en los diálogos; su hijo, Dan Fante,
confesó en un poema que lo más grande que le había dejado su padre era su puro
corazón de escritor... ¿qué puedo decir yo? Me siento a solas cuando anochece,
cojo uno cualquiera de sus libros, lo abro... ¡y me siento bien!
P. Gracias a los testimonios
directos de sus hijos, y de su esposa, se ve que John era intratable. El más
crítico es Dan, el segundo y también escritor, que escribió una novela en la
que cuenta esa relación. Al final Dan con John, reproduce la misma relación de
odio/amor que tenía John Fante con su padre italiano.
Sí,
puede parecer una contradicción, pero sinceramente creo que es un fenómeno muy
latino, o incluso muy del ser humano. Con el tiempo las personas nos vamos
encontrando a nosotras mismas, que en el fondo es encontrarnos con lo que
somos, con nuestros orígenes. La grandeza literaria de Fante es que no rehúye
la cuestión, más bien al contrario, no para de meter el dedo en la llaga, tanto
para analizarse a sí mismo como hijo, para narrar la brutalidad de su padre,
para explicar su fracaso como padre, para ahuyentar los demonios que le invaden
cuando piensa que sus hijos son unos fracasados.... en el fondo, ¿no nos ha
pasado a todos? Pura vida fantiana, gran literatura.
P. Fante no hubiera aguantado los embates de la vida sin su
mujer, Joyce. ¿Estás de acuerdo?
Esta
es una cuestión que siempre levantó algunas ampollas porque algunos 'expertos'
se preguntaron en su época si el hecho de casarse y tener familia numerosa fue
un obstáculo para su carrera. Es una auténtica idiotez. Yo estoy de acuerdo con
Joyce cuando dice que no hay más que pensar que sus libros, y sobre todo los
primeros, Espera a la primavera, Bandini y Pregúntale al polvo, John Fante los
escribe cuando ya se ha casado con Joyce y no cuando vive su vida de vagabundeo
en Los Ángeles. Quizás sería más interesante preguntarse porque Joyce Smart,
una de las primeras mujeres que se licenció en la Universidad de Stanford, dejó
de lado una prometedora carrera como poeta para 'cuidar' la escritura de su
marido.