jueves, 12 de enero de 2017

RULFO NO QUIERE HOMENAJES




Lo ha comunicado el portavoz de la familia y director de su fundación, y tal decisión me parece extraordinaria por inhabitual en estos tiempos. Juan Rulfo es y será mi modelo de escritor. La persona callada, concentrada en buscar el verbo justo, fabricando mentiras de las que le atraviesan a una para el resto de su vida. Hecha de personajes pegados a la tierra, carne de palabras y sobre todo, de mucho silencio; son voces que murmuran y que duelen. No. Rulfo no querría homenajes ruidosos y hueros. Él perteneció siempre a los sueños, al mundo onírico de su Comala imaginaria, la que llevó a sus fotografías. El alma de Rulfo está entre los magueyes, en lo alto de la loma, entre las ruinas de las casas; allá, en el ombligo de la Luna. Leamos sus libros y dejemos a Rulfo en paz.    


Nota: Juan Rulfo nació en Apulco (Jalisco) el 16 de mayo de 1917.

sábado, 7 de enero de 2017

CANTA UN BOLERO




"Ella canta un bolero", 2014. Y. Delgado.

Como los gorriones cuando abren el pico y no emiten sonidos. Verlos produce inquietud. Quizás abrir el pico sin decir pío, sea parecido a tomar aire por la boca para respirar mejor, vaya usted a saber la razón. En esta ciudad, menos oxígeno, a los pulmones llega cualquier cosa. Hay gorriones callejeros y palomas callejeras y humanos callejeros; perros callejeros ya no quedan, van con chip y abriguitos de invierno. Hombres callejeros hay muchos. Viven, mean, y comen en la calle. A veces abren el pico para gritar, aunque la mayoría arrastra silenciosa carritos de supermercado llenos de cartones, ropa y aparatos rotos. La basura es su patrimonio. Sufren la peste de la desgracia. La desgracia es contagiosa, hoy más que nunca es contagiosa. Cualquier día puedes ser tú el que esté hediendo a pobreza. Huele, la pobreza, y ese hedor da miedo. La mujer se pasea por la avenida con cuatro chuchos atados con una cuerda. Por las tardes, se sienta en los bancos que están junto al parque y a veces canta un bolero. Al parque no puede entrar, los vigilantes han conseguido domesticarla. El parque es para los niños y para perros limpios. Como se atreva a entrar, llamarán a la policía, se la llevarán al albergue y se acabó el problema. Ellos dicen la palabra albergue como si mentaran el infierno. La amenaza funciona, consigue lo que se propone, pega donde duele. Como no te comas el pescado, te quedas sin jugar.  Como enfermes, perderás el trabajo. Como sigas por ahí, lo pagarás. Como entres al parque, llamaremos a la pasma y esta noche dormirás en la celda de los pobres. La vieja no grita a los vigilantes, les pide cigarrillos. No son malos chicos y ella no es una mala mujer. Hay respeto. A los guardianes les da pena. Los cigarrillos son poca cosa y ella lo agradece portándose bien. Un yo te doy poco, tú me das lo que te pida. Cuando abre el pico, a la mujer callejera, la voz se le queda trabada en la garganta. Hay veces que se la oye rabiar una canción:  Solamente una vez amé en la vida, solamente una vez y nada más. Hoy, suena a disco rayado; una y otra vez la cancioncita. Canta para su cuello, en secreto, con voz apagada. Solamente una vez amé en la vida y mordiendo el aire hace jirones la frase; a pedazos el desamor deshace entre los dientes.


miércoles, 4 de enero de 2017

DIÁLOGO DE DÍPTEROS


















Que no, que es un podenco.
Que te digo que es un galgo.
Sabe a podenco, seguro.
―No, a galgo.
Pero, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo?preguntó el tábano.
Eso mismo, pienso yo contestó la pulga.
Por mí, pueden seguir discutiendo tonterías dijo la mosquita.




lunes, 26 de diciembre de 2016

MICHÈLE CERRÓ LOS OJOS

la actriz Michèle Morgan



Michéle Morgan (29 de febrero de 1920, 20 de diciembre de 2016), cuyo verdadero nombre era Simone Rousell, había nacido con el mar dentro de los ojos. Espectadores, críticos, directores y compañeros de interpretación cayeron rendidos a aquella mirada de azul cristalino que les atravesaba como una flecha. La hija de un empresario de perfumes conoció la fama en 1938 gracias a su interpretación en "El muelle de las brumas", entonces tenía 17 años. "¡Ah!, esa mirada", "Pupilas de la nación", "La Garbo francesa", y otras frases parecidas volaron apresuradas de la pluma de los críticos a los titulares de prensa. 
            Pocos cinéfilos de hoy recuerdan  que Michèle Morgan fue la primera actriz en recibir el premio de interpretación femenina en Cannes por su papel en "La sinfonía pastoral" (1946), adaptación cinematográfica de la novela de André Gide.  
            Con más de 70 películas en su filmografía, una efímera incursión en Hollywood,  y tras haber trabajado bajo las órdenes de uno de sus maridos, el director Gérard Oury, y otros tantos maestros como René Clair, Claude Lelouch o Claude Chabrol, los ojos de océano cambiaron el cine por la paleta de colores. Michèle Morgan dedicaría sus últimos años a la pintura. Al final de su carrera, recibiría el César de honor y el León de Oro por toda su carrera.

            En estos días, sus antiguos compañeros recuerdan su generosidad, su gran modestia y su cariño incondicional hacia el público que la adoraba. Sin embargo, de todas las páginas que le dedicaron los periódicos el 21 de diciembre con motivo de su fallecimiento a los 97 años, me quedo con una frase atribuida a la actriz en su autobiografía "Avec ces yeux-là" ("Allí con estos ojos") y que me llega como una pena antigua, como un dolor del que la actriz se sintió siempre prisionera: "Todos hablaban de la belleza de mi mirada, pocos mencionaron la calidad de mis interpretaciones." 

jueves, 15 de diciembre de 2016

EL PINTOR DE LAS "MANZANAS DE COCINA"

Cesto con manzanas, 1893.


            Se cuenta que cuando le presentaron a Manet le dijo: "Perdone que no le de la mano, Monsieur Manet, pero hace una semana que no me la lavo." Y es que Cézanne, orgulloso de ser provinciano, detestaba profundamente los valores de la sociedad burguesa de París que Édouard Manet representaba en sí mismo. Eran tiempos de abundancia, de ópera, cafés, dandis y cabareteras, donde la caridad era un hobby social, y el arte satisfacía la vanidad de los mecenas. Pero también fue la época de una larga lista de escritores y artistas: Lautréamont , Zola, Verlaine, Rimbaud, Gauguin, Van Gogh o Fantin- Latour, creadores solitarios, algunos suicidas,  depresivos  y misántropos, la mayoría.
            Paul Cézanne procedía de una familia adinerada de origen italiano. Su padre era banquero en la ciudad de Aix-en- Provence (a 30 kilómetros de Marsella) donde nació el pintor en 1839. Paul recibió una esmerada educación humanista. Comenzó a estudiar Derecho, estudios que abandonó para dedicarse a la pintura. En 1861, se traslada a París y en el Louvre pasará horas estudiando a los artistas clásicos. En la Academia Suiza conoce a Pisarro, quien le descubre la pintura al aire libre y los colores vivos, además de introducirle en el Café Guerbois donde contacta con la vanguardia artística, encabezada por "la pandilla de Manet": Guillaumin, Degas, Monet, Sisley, Renoir y Pisarro, entre otros.
            En 1874, Cézanne, participa en la primera exposición colectiva de los impresionistas en el estudio del fotógrafo Nadar, y en 1987 expone en otra colectiva del grupo. Sin embargo, las críticas que recibió su pintura tildada de infantil, tosca y primitiva, provocan que el pintor se aleje para siempre de los circuitos artísticos.
      
Paul Cézanne


      En 1886 contrae matrimonio con su compañera Hortense y se trasladan a vivir durante un tiempo a L'Estaque. Este hombre colérico, depresivo, paranoico y egocéntrico, a quien no le sobraban los amigos, rompe para siempre su relación con su amigo de la infancia, Émile Zola, cuando este publica "La obra" (1889). Novela en la que uno de sus personajes, Claude Lantier, es un pintor que lucha contra el mundo y contra sí mismo para crear una obra genial, pero que en su locura acaba suicidándose.
            En 1900, Cézanne se recluye definitivamente en Aix-en-Provence, su ciudad natal, con el propósito de encontrar su propio camino. Este exilio artístico agudizará su mal carácter a los ojos de sus colegas impresionistas y el público parisino. En su taller, de manera obsesiva y metódica, se vuelca en el estudio de la forma y el color, dos elementos básicos en su pintura. Sus experimentos le llevan a descubrir que "el dibujo y el color no son diferentes. A medida que se pinta se va dibujando." Y cuanto más exacto sea el color de lo que se pinta, con más precisión aparecerá su forma.  Este principio marcará su estilo, y esa búsqueda será incesante y agotadora en unos lienzos que no plasmarán grandes temas, ni buscarán la originalidad. La emoción quedará relegada de su pintura, pues el sentimiento es incompatible con la objetividad. El artista trabajará con ahínco,  sin alegría, buscando la riqueza interior de la naturaleza desde todos sus ángulos. En sus últimos años, un viejo y desaliñado Cézanne, a quien los chicos seguían para tirarle piedras como a un perro, se metía en su atelier para regresar una y otra vez a sus bodegones, a las escenas de bañistas, y a los paisajes de su Provenza natal, siempre con la misma sensación de fracaso por no haber logrado lo que pretendía. En sus cuadros, el pintor descubrirá que la realidad está definida por formas simples, contundentes, geométricas. La naturaleza contiene esferas, pirámides o prismas.


            A raíz de su primera exposición  individual en 1895, organizada por Vollard, ya casi al final de su vida, su obra comenzó a ser valorada. La gran exposición organizada en el Salón d'Automne, en 1907 (un año después de su muerte), fue un revulsivo para las generaciones posteriores. Los jóvenes fauvistas y cubistas, lo considerarían el precursor del arte abstracto contemporáneo. "Cézanne era mi único maestro. Era el padre de todos nosotros", reconoció Picasso.
Bañista con los brazos abiertos, 1877-88


            Dio la casualidad que el poeta Rainer Maria Rilke acudió a aquella exposición póstuma. La obra del pintor le causó tal impresión, que después la visitaría todos los días, y le relataría a su mujer, Clara Westhoff, en diferentes cartas, aspectos sobre la vida y el arte del pintor. En sus Cartas sobre Cézanne escribe: "Cuanta pobreza tienen en él todos sus objetos: las manzanas, son todas manzanas de cocina y las botellas de vino parecen hechas para los bolsillos deformados, agrandados de abrigos viejos."