En 1956 Juan Rulfo se hallaba trabajando en una historia sobre el mundo
de las peleas de gallos. Antes de que fuera publicada un productor cinematográfico,
Manuel Barbachano se interesó por ella y quiso hacer una adaptación al
cine. En 1980 alguien de la oficina del productor
envió el texto a un editor de ERA y éste decidió editarlo. Rulfo accedió sin
demasiado entusiasmo pues lo consideraba un guión de una película ya realizada,
y fue por eso que no hizo ningún tipo de correcciones u observaciones durante
el proceso de edición. La publicación en marzo de 1980 de EL gallo de oro y otros
textos para cine --que incluía dos textos breves, El
despojo , y La fórmula secreta, escritas
para dos amigos cineastas que querían hacer cortometrajes-- no fue recibida con especial interés por el
ambiente literario, ya que se presentó como un trabajo menor, sin carácter
literario y escrito para el cine. La crítica por entonces esperaba con interés
una nueva novela después del largo silencio de Rulfo tras la publicación de Pedro Páramo. Sin embargo, según Gonzalez Boixo, autor del
primer estudio introductorio del libro, “la novela El gallo
de oro debe ser situada al mismo nivel que El llano en llamas y Pedro
Páramo.”
La atracción de Juan Rulfo por la fotografía y el cine fue anterior a la publicación de sus dos obras más importantes. Es conocido que
Rulfo era un gran fotógrafo y a ella se dedicó muy en
serio durante su vida, sobre todo en los años cuarenta y cincuenta. Su viuda,
según el estudio de Weatherford, dijo de él que era “un espectador consumado de
cine”, sobre todo en los cuarenta cuando fue “nombrado supervisor de las salas
cinematográficas de la ciudad de Guadalajara” lo que le posibilitó poder ver
todas las películas que se estrenaban en la capital. Según Douglas J.
Weatherford, responsable del segundo estudio incluido en esta obra, “Lo seguro
es que Rulfo estaba desarrollando su curiosidad por la fotografía y por el cine
en sus años (los cuarenta y los cincuenta) más productivos como escritor, y las
dos formas artísticas (la literaria y la visual) parecen haberse influido
mutuamente.” Muchos estudiosos coinciden que el escritor concibió Pedro Páramo en términos visuales y que
la escribió teniendo en cuenta las técnicas narrativas del cine. Fue la
publicación de sus dos primeras obras, a mediados de los cincuenta, lo que hizo
que Juan Rulfo se decantara por la literatura y no por desarrollar una carrera
cinematográfica, en la que trabajó en casi ocho producciones, ya fuera como
asesor, como localizador de exteriores, como fotógrafo de imagen fija, como
asesor histórico y en alguna ocasión como actor secundario.
Carlos Monsiváis (izqda), Abel Quezada (centro), Rulfo (dcha.) |
El gallo de oro fue dirigida en 1964 por Roberto Gavaldón y
producida por Manuel Barbachano y CLASA Films Mundiales. Se rodó entre los
meses de junio y julio en los Estudios Churubusco y en varias localizaciones
del estado de Querétero, y se estrenó en diciembre. Gavaldón escribió el guión
adaptado con el asesoramiento de Carlos
Fuentes y García Márquez, y los
tres fueron galardonados con una Diosa de Plata en 1965. “Gabriel Figueroa se
encargó de la cinematografía y el reparto incluyó a Ignacio López Tarso como
Dionisio Pinzón, Narciso Busquets como Lorenzo Benavides y Lucha Villa, quien
ganó una Diosa de Plata a la mejor actriz, en el papel de La Caponera. Además
de los premios ya mencionados la cinta también ganaría la Diosa de Plata a la
mejor película. Rulfo conocía a los escritores y a muchos de los cineastas que
trabajaban en la adaptación pero, a pesar de esta conexión personal con el
proyecto, no estuvo satisfecho con los resultados y habló poco en entrevistas
sobre la adaptación.” Rulfo nunca estuvo satisfecho con las adaptaciones de sus
novelas al cine y acabó por renunciar a que su mundo literario fuera entendido
por los cineastas de entonces. Esa opinión fue compartida por los periodistas y
críticos de la época. El crítico, José de la Colina publicó un comentario en
1980 con el título: “¿Es Rulfo posible en el cine?”. “Lamentablemente, el autor
jalisciense murió en enero de 1986, antes del estreno de una mejor adaptación
de El gallo de oro, que bajo el
título de El imperio de la fortuna fue
realizada por Arturo Ripstein”, afirma Weatherford.
Argumento de la novela
Rulfo regresa a su territorio rural para contarnos la vida de Dionisio
Pinzón, quien malvive en San Miguel del Milagro trabajando como vocero del
pueblo. El destino de Dionisio cambiará
para siempre cuando al final de una pelea de gallos, el dueño del gallo perdedor
le regala a modo de burla el animal medio muerto. Dionisio consigue resucitar al gallo, sin
embargo su alegría temprana se frustra cuando sufre la pérdida de su anciana
madre, a la que no podrá enterrar como Dios manda, teniendo que soportar además
la mofa de los aldeanos.
“El caso es que murió. Y Dionisio Pinzón tuvo que
ajuarear el entierro sin tener ni con qué comprar un cajón para enterrarla.
Tal vez fue entonces cuando odió a San Miguel del
Milagro. No sólo porque nadie le tendió la mano, sino porque hasta se burlaron
de él. Lo cierto es que la gente se rio de su extraña figura mientras iba por
mitad de la calle cargando sobre sus hombros una especie de jaula hecha con los
todo, menos el ataúd.”
Dionisio Pinzón rodará desde entonces por las
galleras más importantes de la región apostando por su gallo, y la suerte
estará de su parte. En su camino se cruzarán dos personas transcendentales: “La
Caponera”, una popular cantante de rancheras que ameniza las ferias, y Lorenzo
Benavides, un potentado, jugador y gran conocedor de los tejemanejes en las
peleas de gallos. Dionisio acabará casándose con “La Caponera” que se ha
convertido en su talismán y ambos tendrán una hija.
Un día, en su mansión, durante una controvertida
partida de cartas, la muerte que una vez le brindara la suerte al codicioso
Pinzón, llegará sin avisar a llevarse lo que siempre fue suyo.
“—En ese cuarto tengo guardado un ataúd –dijo
señalando una pequeña puerta de un lado de la sala--. Eso no entró en el
juego…Todo, menos el ataúd.”
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