John Williams quiso incluir como epígrafe de esta novela una
frase de Ortega y Gasset: "Un héroe es alguien que quiere ser él
mismo". La cita no podía ser más acertada, pues resume, sin lugar a dudas,
el sentido de la historia que se cuenta. Una pena que al final ésta fuera finalmente
descartada. Claro que me imagino que en el año 1965, cuando
se publicó el libro, el ciudadano medio norteamericano sabría tanto del filósofo
español como ahora, cuando un constructor de muros, un tal Donald Trump aspira
a dirigir el país con ladrillos de odio.
Pero
en 1965, Estados Unidos vivía en medio de una agitación social y política: Malcolm X recibía un disparo en el pecho; Martin
Luther King lideraba la marcha por los derechos civiles desde Selma (Alabama);
y las primeras tropas estadounidenses desembarcaban en Vietnam, lo que generó una
marea de protestas en Norteamérica. Por otro lado, la literatura gozaba de una
salud provocadora: Saul Bellow saboreaba las mieles del éxito de "Herzog" que permaneció cuarenta y cinco
semanas en la lista de libros más vendidos del New York Times ; El vocinglero Norman Mailer hacía lo
propio con "Un sueño americano", y Truman Capote cubría para The New Yorker los asesinatos de los
Clutter, la familia de granjeros de un pueblecito de Kansas, inmortalizada en su obra posterior "A
sangre fría".
No
es de extrañar que en medio de tal panorama, un desconocido profesor de
literatura inglesa de la Universidad de Missouri, John Williams (1923. Clarksville, Texas-1994 Fayetteville, Arkansas), le resultara difícil
dar con un editor interesado en una novela como "Stoner", protagonizada
por un docente universitario de una mediocre universidad del Medio Oeste. La
falta de interés por el libro (rechazado en siete ocasiones) provocó que
Williams tuviera ganas de arrojar la toalla. "Lo cierto es que no tengo
por qué escribir novelas", llegó a comentarle a Nancy, su mujer.
John Williams. Fuente: Univ. Denver |
"Stoner" pasó sin pena ni gloria por las librerías. Se vendieron 200.000
ejemplares y solo fue mencionada en The
New Yorker. La obra desapareció pronto de los estantes y acabó en el almacén
de los libros olvidados. Pese a la escasa repercusión de esta obra, como de sus
otros libros, Williams continuó escribiendo. En 1973, le fue concedido el
National Book Award por "Augustus",
premio que compartió ex aequo con otro de los grandes, John Barth, por su novela "Quimera".
Ahora,
casi cincuenta años después de su nacimiento, "Stoner" disfruta
de una segunda vida muy distinta. La complicidad espontánea entre escritores,
críticos y lectores, tratando de difundir esta obra ―una de las
mejores de la literatura norteamericana del siglo XX―, ha
conseguido que se haya traducido en al menos 21 países. El efecto "Stoner"
comenzó en Francia en 2011, después fue Holanda, donde se convirtió en el libro
más leído de 2013, le siguieron Alemania, Israel e Italia. En nuestro país, gracias
a Baile del Sol, la editorial canaria dirigida por Tito Expósito, los lectores podemos disfrutar de esta novela genial, traducida por Antonio Díez Fernández, y que ya va por la edición 50.
Fuente: Universidad de Arkansas. |
"Don Quijote del Medio Oeste sin su Sancho"
Tal
y como he oído decir a varias personas, la novela narra la historia de un hijo
de agricultores que llega a la universidad para estudiar Agricultura y acaba
convirtiéndose en un profesor de literatura sin ambición, al que no le sucede nada
excepcional. Es precisamente esta vida anodina donde radica el valor de la obra.
Para un escritor no hay mayor desafío que construir una trama entorno a un personaje
transparente; esa clase de personas que, tanto en la ficción como en la
realidad, son carne de olvido, tal y como presenta el autor a William Stoner desde
la primera página:
"
Unos pocos estudiantes le recordaban vagamente después de haber ido a sus
clases… Los colegas de Stoner, que no le tenían particular estima cuando estaba
vivo, ahora raramente hablan de él; para los más viejos es un recordatorio del
final que nos espera a todos, y para los más jóvenes es meramente un sonido que
no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad con la que ellos pudieran
asociarse ni a sí mismo ni a sus carreras."
John Williams consiguió escribir una gran obra en la que subyace un
trabajo de observación y profundización admirables sobre la naturaleza del
hombre corriente que, por un lado, se ve arrollado por unas circunstancias desafortunadas
que no puede o no sabe manejar; y por otro, embargado por un amor incondicional por "la Verdad, El Bien, la Belleza" nacidos en los libros. Su refugio
último: la literatura fue el asidero que nunca le ha fallado. Y ese bautismo de
conversión se produjo al escuchar: "Esto
percibes, lo que hace tu amor más fuerte/amar bien aquello que debes abandonar
pronto." El soneto 73 de Shakespeare
tiene el efecto de una bofetada para nuestro protagonista. El profesor Sloane, un
hombre duro, descreído y mordaz con sus alumnos, con el mundo en general, se
convierte en el padre que le descubrirá la belleza de las palabras.
El
valor de esta novela se encuentra también en la precisión de la palabra justa y
precisa -algo que obsesionaba a un escritor al que no le preocupaba ser prolífico-, pero también en el poder evocador de los
silencios; aquello que sus personajes callan. Las consecuencias de las guerras, el desamor, la
infidelidad, la ambición, la competencia y las envidias profesionales, la
institución universitaria o la amistad, temas que no conocen las fronteras del
tiempo, conforman la biografía de William
Stoner.
Al
final, cuando el protagonista es consciente de que su vida está por concluir, se
somete a esa especie de interrogatorio espiritual, brutal y sincero, donde se
plantea si le ha merecido o no la pena vivir, el lector se verá abocado a
hacerse la misma pregunta: "¿Qué esperabas?"
Stoner, un "Quijote del Medio Oeste sin
su Sancho", como así le describe uno de sus mejores amigos, llegará a una
conclusión sorprendente, muy al hilo del soneto de Shakespeare o el pensamiento
orteguiano, y que por supuesto, no voy a desvelar. "¿Qué esperabas?"
Bibliografía
del autor
― "Nothing but the Night"
(1948)
― "Butcher's Crossing"
(1960)
―"Stoner" (1965). Único libro editado al español y al catalán.
― "Augustus" (1972)
― "The
Sleep of Reason" (inacabada).