En tiempos de crisis, la literatura de este gran escritor ruso funciona como una buena terapia con la que combatir el pesimismo. Bulgákov nos descubrió los efectos beneficiosos de la ironía en Corazón de perro aunque su apuesta, por cierto, le saliera bastante cara.
Corazón de perro fue el principio de una larga y tortuosa relación de Mijaíl Bulgákov con el poder político. Eran malos tiempos para escribir con sentido del humor.
Cuando en 1921, el escritor se instaló en Moscú y cambió la medicina por el periodismo y la literatura, su pluma afilada comenzó a hacerse eco de las contradicciones del socialismo, el el problema de la vivienda, los dislates de la burocracia o el enfrentamiento entre los ciudadanos enriquecidos por la NEP (Nueva Política Económica proyectada por Bujarín) y los seguidores estrictos de la ortodoxia comunista. En definitiva, Bulgákov como un hombre de su tiempo habló de las preocupaciones que tenían los moscovitas y de las reglas que regían la vida en la ciudad.
Al año siguiente de su llegada a Moscú, la OGPU (la policía política) le abre expediente secreto al escritor. El motivo a primera vista es intrascendente: en una revista de Berlín, Bulgákov publica un artículo dando a conocer su intención de escribir un diccionario bibliográfico de autores rusos actuales sin establecer divisiones entre quienes vivían en la URSS y quienes se habían marchado al exilio. Tal noticia fue recibida con recelo por los vigilantes del Estado, ya que como es sabido, a los escritores que vivían en el extranjero se les consideraban enemigos del pueblo.
En el Informe secreto número. II0, el informador explica que Mijaíl Bulgákov ha leído su nueva novela en el círculo literario que frecuenta, se titula: Corazón de perro: "Toda la obra está escrita en tonos hostiles y respira un desprecio infinito hacia el orden soviético…", resume el autor del informe. Las sospechas sobre el escritor comienzan a tomar fuerza y la OGPU vigila todos sus movimientos. Es precisamente en esa época cuando Bulgákov empieza a cosechar cierto éxito gracias a la publicación de su primera novela: La guardia blanca; y Diavoliada, su colección de historias satíricas sobre la vida soviética.
El 7 de mayo de 1926 se efectúa un registro policial en su casa y se le confisca Corazón de perro y sus tres libretas de diarios. El 22 de septiembre le someten a un interrogatorio, donde explica:
"No puedo escribir sobre temas campesinos porque no me gusta el campo. (…) Me atrae más que nada la vida de la intelectualidad rusa, la quiero y la considero, a pesar de su debilidad, la mejor capa del país. Su destino me afecta y sus sufrimientos me llegan al corazón."
Bulgákov se muestra directo y transparente. Así defiende su manera de escribir:
"(…)Pero mi talante es satírico. Y de mi pluma salen cosas que, al parecer, son mal recibidas en los círculos comunistas. Siempre escribo con la conciencia limpia y tal como veo las cosas. Los aspectos negativos de la vida soviética atraen mi atención en mayor medida porque instintivamente observo en ellos un buen alimento para mis obras (soy un satírico)".
En Corazón de perro, tal y como ocurre en la más que recomendable, Huevos Fatales (1924), Bulgákov recurre a un médico de la época que seducido por el espíritu científico del momento y carente de principios éticos, realiza un transplante de ciertos órganos del cadáver de un delincuente común al cuerpo de Shárik, un perro callejero de Moscú. El doctor Filip Filipovich tiene la intención de estudiar la influencia de la hipófisis y los testículos en el rejuvenecimiento del cuerpo humano. Una trama que en aquel momento no debió considerarse tan descabellada como nos parece ahora, pues en la URSS a partir de la Revolución de Octubre se desató una actividad febril en todas las áreas del conocimiento, incluida la medicina. Bulgákov era médico (su experiencia como médico rural adicto a la morfina dio lugar a Diario de un joven médico) y probablemente, estaría al día de las investigaciones de sus colegas. Alexander Bodgánov, al contrario que Bulgákov, abandonó la política y la literatura por la bata de investigador en 1924. Bodgánov estaba convencido de que las transfusiones de sangre podían alargar la vida y rejuvenecer a las personas, además de insuflar savia nueva al "agotamiento soviético" que planeaba sobre la élite del país. Si Bodgánov ―quien por cierto murió por una transfusión de sangre contaminada― propuso aquella "revolución hematológica en el socialismo", no era pues extraño que Bulgákov aprovechara aquella ola de "ingeniería social" al servicio de la sociedad perfecta, para poner en ridículo a sus pequeños dioses y sus aberraciones contra Natura en nombre de la ciencia.
En Corazón de perro, el experimento del profesor Filípovich desencadena un resultado inesperado. El chucho adopta la fisonomía y todas las características del hombre incluida su inteligencia. Cuando Shárik toma conciencia de su nueva identidad, se rebela contra su creador, critica su espíritu contrarrevolucionario y su manera de vivir burguesa. Cuando Sharikov (su nuevo nombre) se hace hombre, se vuelve un "camarada" repulsivo, maleducado y agresivo para todos, sobre todo con Filipovich. Su criatura se convierte en su peor enemigo; y sin embargo, Sharikov es el único personaje auténtico, el único que se mantiene fiel a sus convicciones.
El escritor pone sobre la mesa la libertad individual del individuo frente a la masa. Critica además los movimientos forzados en una sociedad que se mueve al dictado de sus gobernantes, favoreciendo la discordia entre los ciudadanos y la aparición de individuos desnaturalizados. Su preocupación por el hombre, su libertad, su esencia, Bulgákov desarrollaría su concepción del mundo, del Bien y del Mal, en su obra maestra: El Maestro y Margarita. Para entonces, este maestro de la literatura rusa ha recorrido una estepa llena de tribulaciones. Sus novelas no serían publicadas, sus obras de teatro serían continuamente censuradas, su empeño por emigrar nunca fue seriamente considerado por Stalin. Bulgákov murió ignorado, apátrida en su tierra. Sin embargo, los buenos libros "arden mal" y el tiempo le le ha hecho justicia. Mijaíl Bulgákov está considerado uno de los bastiones de la literatura universal. Lectores de todo el mundo nos hemos rendido a su poder de seducción. Será porque hoy, como entonces, la ironía de Bulgákov puede salvarnos del pesimismo. Corazón de perro no fue publicada en la URSS hasta 1987.
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